martes, agosto 29, 2006

El arte de matar ... Olé !!

"Se llamaba Pepín de Cebada, menor de sus cuatro hermanos,
pasó su vida junto a su mujer y sus dos hijos, Pañolito y Fino. Vivía en una pradera andaluza próxima a Jerez y solía salir a pasear con sus otros amigos del pueblo..."



Este podría ser el prólogo de la vida de cualquiera de ustedes, pero seguro que el final de esta historia nunca será semejante al suyo ni al mío. Sigue así:


"...Un buen día de amanecer soleado Pepín recibió la visita de unos seres para él conocidos, los mismos que le habían alimentado, cuidado, alojado, desde pequeño, ahora lo recogían en un camión junto a cinco compañeros más. Ellos relajados desconocían el destino de aquel viaje tan corto. Llegado el mediodía fueron introducidos en paredes de madera estrechas en las que apenas entraba luz natural. La puerta de salida se abre y Pepín, colocado en el habitáculo más cercano, sale corriendo después de algunos azotes. Una gran habitación redonda, bien pintada, con luz natural, orquestra de fondo, cualquiera de ustedes lo consideraría un privilegio, pero aquello extrañó al joven Pepín. Unos hombres embutidos en trajes de luces, brillos dorados, cosas negras en la cabeza, lo rodeaban y con sábanas rosas se aproximaban a él y lo sorteaban mientras él corría estúpidamente tras ellos. Aparece otro animal, tapado, ojos vendados, intenta derribarlo, siente la primera hoja metálica en su espalda, sensación fría, sangre en su lomo, no pierde la fuerza Pepín por ser un animal llamado "bravo", por su mala suerte. Así hasta cuatro puyazos. Esos seres acumulados en alto alrededor de ese círculo aplauden, chilla, silba. Luego las banderillas, de dos en dos hasta seis son las puntas metálicas que se clavan en su lomo. Arrastrando tal humillación, ensangrentado, al ritmo de una pegadiza copla, Pepín se enfrenta finalmente a la sábana roja, la que indica la muerte, en frente de él la muerte, el ser que le enviará directamente donde descansan las almas. En efecto, Pepín medio aturdido es sorteado por ese ser y entonces llega el momento, cuando la máquina de matar lo mira fijamente apuntando con su espada directamente al lomo del animal, cuando todo el mundo se pone en pie, cuando la orquestra toca el himno de la muerte. Zas, sss, xss, flas, difícil onomatopellizar el sonido del último espadazo... Pepín cae de rodillas, no siente el dolor físico de un animal, sino la agonía, sufrimiento, injusticia de haber sido asesinado como forma de espectáculo. Antes de cerrar los ojos totalmente un pequeño cuchillo es golpeado en dos ocasiones justo encima de su cabeza. Duerme y descansa Pepín. Mismo final que el de sus otros cinco compañeros que aquella tarde vieron pasar su vida en la plaza de la muerte. "

Todos ustedes habrán visto en alguna ocasión en TV o en directo algún ejemplo de lo que les acabo de narrar de forma estereotipada. Esos eventos que suelen ser retransmitidos en nuestra querida cadena pública, que cuando somos niños nuestros padres intentan evitar apresuradamente cambiando de cadena. ¿Por qué esconder los actos al futuro de la humanidad (los niños) nuestros adultos, esas figuras responsables, ordenadas, siempre tan perfectas, tan inteligentes, tan sabias? Confieso: he matado caracoles, arañas, moscas, mosquitos, hormigas, he perseguido gatos, pájaros... pero no sería capaz de soltar un animal en mitad de una plaza y asesinarlo a espadazos hasta que muriera desangrado.


Pero el problema de que estas situaciones se repitan de forma frecuente y formando parte de un determinado folklore, no recae en las personas que se ganan la vida matando animales en plazas, llamados toreros, o los que crían y venden animales como juguetes de feria, sino en cada uno de los espectadores que paga una entrada para presenciar esos asesinatos, aquellos que dan de comer con sus sueldos a toreros, ganaderos y el resto de personas que forman el negocio. Señoras y señores no se engañen, eso que defienden tanto como arte, como patrimonio cultural, como identificación propia, no deja de ser un simple negocio, máquinas de hacer dinero. Esa tradición que tanto defienden, a pesar de atentar contra cualquier derecho de los animales, dejaría de existir si no diera el suficiente dinero para alimentar la riqueza de los jefes del negocio.A pesar de esta reflexión, la mayor tristeza no recae en la manipulación originada por este negocio, sino que lo que me ha llevado a escribir esta entrada ha sido el intento forzado de ponerme en la mente de todos aquellos espectadores que vitorean cuando muere un toro, silban cuando el toro cae desangrado antes del momento preciso, resumiendo: los que disfrutan gracias al sufrimiento de estos animales, los que ríen no solo ante l muerte, sino ante la humillación, la sangre, la agonía.

Me gustaría dedicar este pequeño artículo a todos aquellos que aplauden a la muerte, chillan al sufrimiento, pagan por ver el arte de matar, los que se divierten con la lucha desigual ante un animal completamente indefenso, a todos ellos un saludo muy fuerte y desearles que nunca sean arrojados a una plaza y sean aporreados hasta morir desangrados, porque no deseo la muerte a nadie, pero si me gustaría recomendarles que prueben de divertirse jugando a la PlayStation, dando una vuelta con sus hijos, desahogándose en su lavabo de cualquier forma, o simplemente dándose cabezazos contra el suelo, al perder la conciencia seguro que se les pasan las ganas de seguir riendo, pero por favor si quieren hacer de éste un mundo civilizado no nos hagan recordar las peleas entre animales y gladiadores de los romanos (Edad Antigua) Porque si los expertos aseguran que estamos viviendo en la Era de la Tecnología, ¿por qué no se pasan ustedes por alguna tienda y se compran una GameBoy? Gracias.




*Nota: Gracias a esos individuos que han hecho que su estúpida tradición de matar animales en plazas, represente internacionalmente a todo un país. Ahora puede que algunos entiendan el deseo de algunas comunidades históricas por conseguir su independencia y ser reconocidos por algo más agradable, aunque solo sea por una boina, una saeta, una barretina o una sardana. De nuevo gracias.

lunes, agosto 14, 2006

Historia de un sueño: la Vespa


Vespa nace en la primavera de 1946 de la intuición de Enrico Piaggio y del proyecto de Corradino D'Ascanio, genial proyectista aeronaútico. D'Ascanio, que no ama la motocicleta, concibe un vehículo revolucionario. Imagina un medio con bastidor autoportante, con cambio en el manillar. Posiciona el motor sobre la rueda posterior. El brazo delantero (similar al tren de aterrizaje de un avión) permite una fácil sustitución de la rueda.

La primera Vespa
En Abril de 1946, los primeros 15 ejemplares salen del establecimiento de Pontedera. La primera Vespa es un verdadero utilitario de dos ruedas, un vehículo que no parece una incómoda y ruidosa motocicleta, sino que emana ya clase y elegancia al primer vistazo.

El éxito de Vespa
El éxito de Vespa es un fenómeno irrepetible. Al final de 1949 habían sido producidas 35.000 unidades. En la mitad de los años 50, Vespa es producida Alemania, Gran Bretaña, Francia, Bélgica y España. Y tras pocos años también en India en Indonesia. Vespa no es solamente un scooter. Es uno de los símbolos del estilo y elegancia italianos en el mundo, gracias también a una extraordinaria difusión que cuenta con 17 millones de vehículos producidos hasta ahora.

Vespa como fenómeno de costumbre
Pero Vespa no es sólo un fenómeno comercial. Es un acontecimiento que implica la historia de la costumbre. En los años de la dolce vita Vespa aparece como sinónimo de scooter, los reportajes extranjeros describen a Italia como el país de la Vespa, y el papel jugado por ella en la constumbre, no sólo italiana, es documentado por la presencia de este vehículo en centenares de películas.

Es asombrosa la capacidad de Vespa para sobrevivir al paso de diferentes generaciones de jóvenes, con sólo sutiles cambios en su imagen cada cierto tiempo: la primera Vespa ofrecía movilidad a todo el mundo. Más tarde, se convertiría en el vehículo de dos ruedas por excelencia en tiempos del boom económico. En los años Sesenta y Setenta se convierte en el medio de propagación de la revolución de las ideas que los jóvenes de aquellos años llevan a cabo: campañas publicitarias como "Chi Vespa mangia le mele" (Quien va en Vespa consigue morder la manzana) han marcado una época de nuestra historia.

Me presento . . . encantado


domingo, agosto 13, 2006

¿por qué idiota?

No sigan pensando...


Excéntrico, y quizá, agresivo título para iniciar un blog. Pues bien, me gustaría responder a la cuestión que aparece en el título de mi primera entrada, que muchos de ustedes os habréis hecho, y algunos habrán sabido responder rápido. No pretendo dramatizar mi vida ni crear un espacio de reflexiones pesimistas y derrotistas sino poder expresar mis pensamientos de la realidad desde un punto de vista sincero y claro, por este motivo he decidido, antes de escribir largos párrafos sobre otros temas, descubrírme a mi mismo y así poder reconocer mis propios errores. Voy a introducir para empezar las múltiples definiciones que la Real Academia de la Lengua Española propone para este adjetivo: idiota. A partir de aquí cada uno de ustedes podrá escoger la más acertada y seguir leyendo algunas de las tonterias que escribo. Espero no ser muy pesado, ya saben que no tienen la obligación de leer, están en su derecho de cerrar este blog y aprovechar su tiempo.Gracias por haber seguido hasta aquí con su lectura.



idiota

1. adj. [Acto o dicho] carente de lógica o de sentido común

2. Absurdo, sin sentido, inútil

3. Pesado o molesto

4. Pasmado, totalmente asombrado

5. adj. y s. [Persona] de poco entendimiento o inteligencia.

6. Falto de picardía o malicia

7. Presumido o engreído

8. m. El que en ciertas representaciones hace el papel de simple o gracioso.



Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe S.A.